Crónica de Ricardo Riverón, quien recuerda a los bolos que en su vida fueron, aparecida hace par de años en OnCuba magazine. Agradezco a Laura Ruiz por llamar mi atención sobre ella. Pasen y disfruten (o sufran, que de todo hay):
Los primeros rusos me agarraron por sorpresa en 1962. Yo ni me daba cuenta, pero estábamos al borde de la pulverización nuclear. Eran gente muy rara en comparación con los patrones imperantes en nuestras concepciones estéticas, emanadas de revistas como Reader’s Digest, Vanidades, Playboy, y los comics y películas de Hollywood.
Blancuzcos tirando a colorados, pelipajuzos y rubiancos hasta la transparencia, cambiaron el color de estos entornos y de nuestra complicada ecuación genética, antes salpicada con variables afro, asiática, árabe, ibérica y, gracias a su jadeo horizontal, receptora también del hueso eslavo.
Para leer la crónica completa, dirigirse aquí.