SOY CUBA, OCÉANO Y LISANKA: DE LO ALEGÓRICO A LO COTIDIANO. TRANSFORMACIONES EN LAS COPRODUCCIONES CUBANO-SOVIÉTICO-RUSAS
Por motivos diferentes, entre los cuales se repiten las carencias económicas y técnicas (aunque no son los únicos), y con resultados no siempre halagüeños, la industria cinematográfica cubana ha recurrido tradicionalmente a las coproducciones. Dentro de la historia del cine de la isla pueden identificarse tres períodos principales: el pre-revolucionario, donde imperaban las coproducciones musicales con México; el revolucionario –entendido como el que va de 1959 a 1989–, donde las coproducciones obedecían más bien a compromisos políticos; y el pos-socialista –entendido como posterior al fin del socialismo europeo a principios de los noventa– en el que prevalecen las relaciones con otros países ante la incapacidad del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficas (ICAIC) para producir películas debido a la crisis económica. En esta última etapa, llaman la atención las nuevas relaciones fílmicas que se establecen con los viejos aliados ideológicos.
Este ensayo intentará establecer una comparación entre tres coproducciones de dos de estos períodos: Soy Cuba (1964), Océano (2008) y Lisanka (2009).
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Fotograma de Lisanka.
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