En Cuba durante el período soviético, la imagen de la mujer soviética era transmitida principalmente por la revista del mismo nombre. La mujer soviética se publicaba mensualmente en 15 idiomas diferentes y era distribuida y comercializada en numerosos países de todo el mundo, no únicamente en los de la órbita socialista. Otras revistas soviéticas que exaltaban el rol de la mujer dentro de la sociedad, eran Rabotnitsa (Trabajadora) -con una tirada mensual de 14.5 millones de ejemplares- y Krestyanka (Campesina) -tirada de 6.5 millones de ejemplares al mes-.
Según Juana Gallego Ayala, en su libro Mujeres de papel: De Hola! a Vogue: la prensa femenina en la actualidad (1), la más antigua de estas publicaciones era Rabotnitsa, que comenzó a editarse en 1914 y se ocupaba de los problemas y preocupaciones de la mujer trabajadora urbana. En su primer número declaraba que “La revista representa los intereses del movimiento obrero femenino” (Gallego Ayala 189). A partir de 1917, la revista hizo suyos los postulados socialistas y sus objetivos fueron “aumentar la actividad social de las mujeres, a incorporarlas cada vez más a las labores en favor del país y a impulsarlas a participar en los órganos de decisión de la sociedad socialista” (Gallego Ayala 189).
En 1917, “en Petrogrado, Rabotnitsa convocaba a mítines de masas y manifestaciones contra la guerra y el alza de los precios, las dos principales cuestiones que galvanizaban a las obreras. La I Conferencia Metropolitana de Trabajadoras de Petrogrado, convocada por Rabotnitsa en octubre de 1917, tuvo que clausurarse antes de lo previsto para que las delegadas participaran en la insurrección; más tarde fue continuada. Entre sus principales logros estuvieron las resoluciones a favor de la jornada de trabajo estandarizada de ocho horas y la prohibición del trabajo de niños menores de 16 años. Uno de los fines de la conferencia era movilizar a las obreras que no pertenecían al partido para el levantamiento y ganarlas a las metas que el gobierno soviético quería realizar tras establecer la dictadura del proletariado” (2)
En entrevista con Oneyda González, guionista del documental Todas iban a ser reinas (del 2006, dirigido por Gustavo Pérez), comentaba sobre las motivaciones que tuvo para imaginar ese filme: “yo soy una mujer que todavía me formé leyendo revistas como La mujer soviética. Yo recuerdo que yo quería ser bailarina, o científica, o cosmonauta. Eran esos los modelos y además, era interesante”(3). En un principio, incluso, el documental iba a llamarse Mujer soviética, pero Oneyda y Gustavo decidieron que se trataba de un título demasiado simple que no decía mucho a quien no hubiera conocido esa realidad. En el documental, Oneyda y Gustavo entrevistan a siete mujeres provenientes de siete ex repúblicas soviéticas quienes, tras el fin de la URSS en 1991, se quedaron varadas en Cuba, adonde llegaron en diferentes épocas siguiendo a sus esposos cubanos.
“¡Abajo la esclavitud de la cocina! ¡Que haya una nueva vida hogareña!”, (1931). Grigori Shegal
En su libro La mujer impenetrable (4), Reynaldo González hace una parodia precisamente de ese modelo de mujer soviética que se intentó importar a la sociedad cubana entre los 60s y los 90s. Se trata de un cuento escrito por González en 1992, mismo año en que gana el premio “Juan Rulfo”, que otorgan Radio Exterior de Francia y la Casa de América Latina. En 1993, el cuento fue llevado al teatro por el director Orlando Rojas. No fue sino hasta el año 2010 que el cuento se publicó en forma de texto.
El título La mujer impenetrable y los carteles de la propaganda soviética (5) que sirven de marco paratextual a la obra están estrechamente relacionados. Los rostros adustos, duros, impenetrables, de las valientes mujeres soviéticas presentadas en las litografías son casi la misma fachada con que choca Humberto -el personaje principal de esta historia- al entrevistarse con la funcionaria de cine que tiene en sus manos su destino laboral.
Si las obras de realismo socialista soviético fueron duramente criticadas, sobre todo en el período de transición e inmediatamente tras el fin del imperio soviético, a últimas fechas están siendo revalorizadas. Dentro de estas nuevas tendencias de repensar el arte de la época socialista podríamos citar por ejemplo, la aclamación recibida por la película Soy Cuba, dirigida por Mikhail Kalatozov en 1964, y coproducida con Cuba. No fue sino hasta 1998 -más de 30 años después de producido- que el filme obtuvo reconocimiento, tras ser “descubierta” por Francis Ford Coppola y Martin Scorsese. Está, además, toda una tendencia de análisis académico de la influencia soviética en la vida cubana durante las tres décadas posteriores a 1959, y que se ha materializado ya en un par de libros, decenas de artículos y tres dossiers dedicados al tema (6).
En diciembre de 2012, La voz de Rusia daba a conocer un artículo que ilustra precisamente esta tendencias de revalorización del arte socialista soviético. El artículo “El protagonismo de la mujer en el arte del realismo socialista“, hace un repaso de la acogida que está teniendo este tipo de producción artística, ya sea a través de exposiciones públicas o subastas. En mayo del 2010, por ejemplo, el cuadro “Celebración del 1 de mayo”, del año 1950 del pintor Yuri Pímenov, fue vendido en la subasta Sotheby por 1.5 millones de dólares, un récord histórico hasta ese momento para el arte ruso.
“Celebración del 1 de mayo”, (1950). Yuri Pímenov.
Esta misma línea de revalorización de la producción estética soviética fue la idea detrás de la exposición “Diseño soviético (50-80)“, que se inauguró en diciembre del 2012 en el Manezh de Moscú, y que fue el primer proyecto del nuevo Museo del Diseño.
Notas:
(1) Gallego Ayala, Juana. Mujeres de papel: De Hola! a Vogue: la prensa femenina en la actualidad. Barcelona: Icaria Editorial, 1990.
(2) “La Revolución Rusa y la emancipación de la mujer. (Mujer y Revolución)”. Traducido de Spartacist (edición en inglés). No. 59, Primavera de 2006. Nov. 2006. Web. 24 March 2013. <http://www.icl-fi.org/espanol/spe/34/rusa.html>
(3)Entrevista con Damaris Puñales-Alpízar. Agosto 2009. Inédita.
(4) González, Reynaldo. La mujer impenetrable. Matanzas: Ediciones Matanzas, 2010.
(5) Las litografías que aparecen en esta edición que manejo del libro son, en la portada: un fragmento de un cartel soviético de 1926 titulado “Mujeres emancipadas, construyamos el socialismo”, de Adolf Iosifovich Strakhov Braslavskij (1896-1979); p. 14: “No murmures”, de Nina Vatolina (1941); p.29: “Muchachas del Frente”, de Iakov T. Ruklevskii (1941); p. 41: “No al fascismo”, de Viktor B. Koretsky (no se sabe exactamente de qué año es, pero por el tema debe ser de principios de los 40); p. 47: “La patria nos necesita”, de Irakli Toidze (1941).
(6) Los títulos de estas publicaciones pueden verse en la sección de Bibliografía sobre el tema, en este sitio web. <https://sovietcuba.wordpress.com/bibliography-on-the-topic-continually-updating/>